miércoles, 15 de mayo de 2013

Media Maraton de Zaragoza 2013

¡Qué os voy a contar que no sepáis ya vosotros!
Han transcurrido ya unas cuantas horas desde que crucé la meta en la plaza del Pilar, y aunque sé que no he hecho nada heroico ni ejemplar, mentiría si dijera que no me siento un punto orgulloso de haberlo conseguido. 

El pasado domingo amaneció algo desapacible, pero soleado y con mucha animación por los alrededores de la Plaza del Pilar. Cientos de runners realizaban sus ejercicios de calentamiento previos, se saludaban afectuosamente viejos amigos, se realizaban fotos de grupo, etc. Con puntualidad británica –y una salida en  falso- arrancaba a las 9:00 la Media zaragozana, con ocho mojoncicos representando a nuestro club –más algún caspolino “por libre”- y cada uno situado en aquellos lugares que consideraba iba a lidiarse su batalla personal. Lógica aglomeración inicial, habida cuenta los casi 2.700 participantes, con las obligadas estrecheces y agobios que acarrea serpentear por callejuelas del Casco Antiguo, sabiendo que el crono no espera a nadie. Por atrás, más tranquilos.


Tras pasar el Azud de la Fuentes, llegamos al Km. 5, donde nos espera el primer avituallamiento, justo antes de acometer la pendiente de acceso al puente Manuel Giménez Abad, donde la anchura permite un mayor desahogo aún a costa de sufrir las fuertes rachas de cierzo. En seguida entramos en los kilómetros 6 a 8, que transcurren por el barrio de La Jota, haciendo una larga horquilla, a la sombra y rodando más cómodos. Consigo ver a Javi, como el rayo, y poco más atrás a Fran y Samuel. José y Carlos juegan en otra división. Es quizás el sitio en el que la liebre tira más fuerte, siempre sin dejar de animar o dar indicaciones. A la salida de ella, de nuevo la calzada se ensancha, vuelve el cierzo, pero encontramos unas calles más pobladas de público. Grupos de niñas animando, con pompones y cánticos, música enlatada, gente aplaudiendo a rabiar, patinadores dispuestos a echarte spray ante el atisbo de molestias musculares… Todo ello nos conduce al puente de piedra, inmejorable antesala  al zoco capitalino, que empieza a mostrar ya mucha animación.

Completados los primeros 11 kilómetros del recorrido, transitamos por el corazón de Zaragoza: Calle Alfonso, el Coso, Plaza España, otra vez el Coso, San Vicente de Paul y barrio de la Madalena, para engancharnos al recorrido inicial y rumbo al kilómetro 15. Ahora sí que los grandes grupos se han partido y solo vemos un reguero interminable de corredores, exprimiéndose. Hay quienes –como yo-, se “agarran” a la liebre como si nos fuera el jornal. Ramón, así se llama la liebre que marca 1:55, insiste en que nos agrupemos, para protegernos del cierzo, y en  que bebamos en el km. 15, justo antes de acometer de nuevo el puente del tercer cinturón. Allí el viento pasa factura y hace una sangría en el grupo. Por mi parte, vivo mi mejor momento de la carrera. Me he tomado el gel en el 12 y llevo 3 o 4 kms muy cómodo, mano a mano con la liebre, quien pierde el globo, arrancado por una racha de cierzo. Por fortuna, su megáfono no para de lanzar consignas de ánimo y, cada vez que superamos un kilómetro, nos pone una cancioncilla que dice "olé, olé olé, oléeeee, we are the champions, we are the champions”. Confieso que, en otras circunstancias, lo oportuno hubiera sido astillar el jodido chisme contra el asfalto; pero, en este caso, esperábamos la sintonía como si fuera el Nessun dorma de Puccini. 

Otra vez la horquilla y de nuevo el calor de los niños, como antesala a la traca fin de fiesta. Miro el reloj y veo que llevo corriendo 1 hora y 35 minutos. Jamás había estado tanto tiempo seguido trota que trota. Pienso en los mojoncicos más rápidos, que ya habrán entrado, mientras veo como Vicky viene cual centella y nos pega un adelantamiento que ni en Márquez en Montmeló. ¡Impresionante! Es ahora, sobre el kilómetro 18, cuando me aparece un fuerte dolor en la pierna derecha, no localizado, que empieza a dificultarme las cosas. No se me pasa por la cabeza poner el pie en el suelo, pero por si las moscas hay un compañero que me recuerda que “ahora aunque sea a rastras hay que acabarla”, así que apreto el culo, vuelvo a situarme junto a la liebre, espoleado ya por las torres del Pilar, que ejercen de imán, y así entramos en el último kilómetro. De nuevo el Puente de Piedra (qué bonito es!), con los aplausos de la gente y los ánimos de los corredores que ya han concluido su carrera. El megáfono de Ramón sigue recordándonos que somos unos putos máquinas cuando entramos en el último kilómetro, así  que decido apretar lo justo para quedarme libre de toda compañía. Marta me espera 200 metros de la meta para pasarme la bufanda del CD CASPE, mi club, que este año cumple 90 primaveras. Beso el escudo del “glorioso”, oigo al speaker que me anuncia a la multitud y levanto los brazos mostrando la bufanda justo en el momento de entrar en meta, con un tiempo de 1:54:41. Y sin forzar!!

Todos los mojoncicos cumplieron con nota: José Sancho (1:28:41), Carlos Guiu (1:29:08), Javier Poblador (1:36:30), Fran Gimeno (1:38:22, pulverizando en quince minutos su anterior marca), Vicky Bondía (1:53:41) y la veterana y guapísima Pilar Poblador (2:03:56), que a pesar de no estar físicamente a tope logró acabar, junto a Victor, y se especializa en esta distancia.

Han transcurrido ya unas cuantas horas de todo esto, mi rodilla sigue tocada y tengo agujetas hasta en las pestañas, pero el cuerpo me pide correr. Así que muy pronto me volveré a calzar las zapatillas reglamentarias (pero esta vez un número por encima; que me estimo las uñas). 

Quiero acabar esta crónica felicitando a todos los mojoncicos participantes, incluido Iván Ramirez (que una vez más se “salió”), y mandando un fuerte abrazo a nuestros compañeros Manolo y Pedro Conte y, muy especialmente, a Chema e Inma. Desde el sábado una pequeña estrella brilla en el cielo y nos señala el camino.

Besos a todos
Fito

“Si quiere ganar, corra cien metros. Si quiere experimentar la vida, corra maratones”
Emil Zatopek





1 comentario:

  1. ¡Coño, contada así me vienen ganas de correrla incluso a mí! Nada, nada, seguid así gozando de esas bestialidades que hacéis. Enhorabuena a todos. Y una advertencia a Zatopek: "Si quiere experimentar la vida, beba vino tinto". Salud, Carlos

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